Corría el año de 1951.  En una pequeña calle cerca de la playa de caleta vivía doña Esther Cortés, maestra con una escuelita para niños discapacitados.  Su esposo era Don José Cortés, artesano y maestro de primaria.  
 
Un día Doña Cortes le pidió a don José Cortés que le ayudara a sacar fondos para mantener la escuelita ya que carecía de apoyo, era una escuela meramente sostenida por vecinos para cuidar y educar a los niños que no podían ir a escuelas regulares.  
 
Don José escuchó el mensaje y se puso a trabajar. Habló a sus dos mejores amigos, Jacinto, que era panadero y Asunción, que era albañil. Don José les comentó que lo ayudaran para ver de qué manera podía sacar ingresos para sostener la escuela. Un día el panadero llegó a la junta con asunción y don José, el panadero llevaba su ración de pan diario para vender. Comúnmente los panaderos de la costa de guerrero tenían un aro de varilla en forma de huevo donde en el centro flotaba un aro mas pequeño amarrado con henequén, y entrelazaba el aro pequeño con el aro grande por toda la circunferencia. Entre las cuerdas los panaderos solían entrelazar sus panes y bolillos, cada tira de cuerda de ida y venida hacia tensión y con ésta, el pan se sostenía muy bien poniendo hasta 40 panes. Esta herramienta se la ponía el panadero en el hombro y le llamaban Huaculetes.  

Los tres amigos observaron la herramienta y comenzaron a pensar e idearon con ayuda de Don José el artesano el concepto de un tejido en silla. El albañil hizo a estructura y así se elaboró el primer prototipo de silla con henequén, surgiendo la primera silla Acapulco, antes llamada huevona, después se llamó Caleta donde fue creada y finalmente quedó el nombre Acapulco.
 
La silla, sin embargo, aún burda, no tuvo mucho éxito al principio, pero entre 1956 al 1959 con muchos cambios de por medio se fue comercializando poco a poco y comenzó la leyenda.
 
Durante el auge del puerto de Acapulco los ojos del cine en México y de Hollywood se enfocaron en ese hermoso lugar. Comenzaron a llegar muchos artistas y de cine al puerto de Acapulco, para disfrutar de los grandes hoteles y playas entonces emblemáticas de México. Se fundó también un festival de cine en Acapulco y cada año llegaban más directores y actores estadounidenses. Entre 1959 y 1961 la silla tuvo su segunda transformación ya que al verla un diseñador francés anónimo de origen estadounidense se enamoró del concepto Y encontró a los creadores de la ya entonces popular silla. El diseñador trabajo con el señor José para elaborar un mejor diseño Y mando fabricar 8 sillas para regalar a sus amigos de Hollywood, una de sus amigos era Elizabeth Taylor quien quedó encantada con el diseño y mandó pedir 50 sillas para sus casas residenciales. El auge de la silla Acapulco comenzó al hacerse muy famosa entre la elite de Hollywood y el pueblo de Acapulco.
 
Por la repentina demanda de los tres amigos que comenzaron el negocio como una simple ayuda altruista para la escuela de discapacitados comenzaron a tener problemas de producción, discrepancias en el diseño y en la dirección de la silla, además de problemas por querer ganar más dinero. Ninguno de ellos, con noción económica tuvieron que romper su acuerdo y se separaron. El panadero y el maestro artesano decidieron seguir juntos elaborando la silla Acapulco que conocemos hoy en día en su formato en huevo, quedándose en caleta. El albañil por otro lado se fue al Estado de México a producir sus propias sillas, pero cambió la forma original y opto por una forma más aperada.
 
Así se transformó La Silla Acapulco en dos tendencias diferentes, en forma de huevo y en forma de pera. En 1962 se creó la primera empresa de sillas Acapulco oficial en caleta, “La silla Acapulco” formada por Jacinto y José.
 
El dinero se siguió destinando mayoritariamente a la escuela de discapacitados y el resto para hacer crecer la empresa ya que había constantes pedidos en México y en el extranjero. En 1967 Jacinto el panadero murió y José quedó a cargo solamente de la empresa La silla Acapulco.
 
En 1971 se le otorgó a Don José un Reconocimiento en Acapulco por el alcalde de la ciudad otorgándole el nombre oficial de Acapulco para la empresa de sillas. Y se nombró a la silla creada en 1955 Como patrimonio artesanal del Estado de Guerrero posteriormente en el año de 1974 se le otorgó reconocimiento como patrimonio artesanal de México.
 
Tiempo después, la empresa siguió con altibajos, José se retira en 1987. Donde su hijo y posteriormente su nieto retoman la empresa para darle un impulso sobresaliente en el año 2000 mudando la fábrica a la ciudad de Guadalajara.
 
Desde entonces, la empresa ahora llamada “La silla Acapulco la original” sigue trabajando siendo la empresa de sillas artesanales más reconocidas en México exportando hasta en 18 países y trabajando con diseñadores reconocidos,  sin duda una historia de mérito, calidad y originalidad.

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